Evangelii nuntiandi
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   Exhortación Apostólica de Pablo VI, del 8 de diciembre de 1975, sobre la Evangelización del mundo moderno y sobre las condiciones culturales en que se da la Evangelización y las exigencias de los nuevos lenguajes sociales.
   Después del III Sínodo de Obispos cele­brado en Octubre de 1974, en que se había recogido la sensibilidad de los participantes, muy diferente según las diver­sas culturas de procedencia, el Papa sintetizó las aportaciones sinodales, los documentos aprobados y los interrogantes planteados y los transformó en una sugestiva exhortación para lograr una renovación del espíritu evangelizador de todos los agentes pastorales de la Iglesia.


   El documento, dentro de su línea más pastoral que doctrinal o disciplinaria, sin duda, fue uno de los más significativos de la Iglesia del siglo XX en este terreno. Después de la Constitución pastoral del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, que abordó la situación de la Iglesia en el mundo moderno, ningún otro docu­mento ha sido tan iluminador y persuasivo como éste.
   Consciente de la importancia de los medios modernos de comunicación y de las circunstancias variables de la sociedad, Pablo VI abordó la necesidad de una nueva forma de proclamar el mensa­je evangélico. Sobre todo resaltó la variedad de ámbitos, lenguajes y circunstancias que hoy confluyen en un mundo en cambio acelerado. En ese contexto el Papa animaba a renovar los cauces de  acercamiento a los hom­bres y la urgencia de adaptarse creativamente a los reclamos de los hombres modernos

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   La figura de Pablo VI, Pastor sereno y sensible al mundo de la cultura, preocu­pado por el creciente secularismo de la sociedad, intelectual y sensible a los modos modernos de comunicación, supo sintetizar en este momento histórico la perspectiva humana para una adecuada evangelización.

 
 

 

 

   

 

 

Esquema de la Evangelii Nuntiandi

 Introducción:
        Compromiso evangelizador.
        Acontecimientos: Sínodo, Año santo,  X aniversario del Concilio.
         Inquietud pastoral y nueva reflexión.

I. Cristo evangelizador  e Iglesia evangelizadora.
        Jesús anunciador del Reino.
        Salvación liberadora y sacrificio.
        Predicación infatigable y  necesidad imperiosa de sig­nos.
        Comunidad y evangelización.
        Vocación propia de la Iglesia.

II. Qué es evangelizar
        Acción completa renovadora de la humanidad y de las culturas.
        Necesidad del anuncio explícito con adhesión vital y comunitaria.
        Urgencia nuevo apostolado.

III. Contenido de la Evangelización.
        Testimonio de amor al Padre.
        Salvación en Jesucristo. Signos de esperanza y compromiso.
        Liberación y promoción humana.
        Reino de Dios y conversión. Contribución de la Iglesia y libertad.

IV.  Medios de Evangelización.
        Testimonio de vida.  Predicación decidida y adecuada.
        Liturgia de la Palabra.
        Catequesis adaptada a las personas.
       Medios de comunicación. Contacto personal indispensable.
        Sacramentos comprometedores. Pie­dad popular aprovechada.
 
V. Destinatarios.

         Todos a pesar de los obstáculos.
         Alejados y descristianizados.  No cristianos de todo el mundo. 
         Ayuda a los fieles creyentes. A todas las muchedumbres.
         Secularismo ateo y no practicantes. Comunidades de base.

VI. Agentes de Evangelización.

         Iglesia misionera en acto eclesial.  Iglesia universal en su catolicismo.    Iglesias particulares con sus rasgos. Depósito de fe y tareas diferenciales.   Adaptación a los lenguajes nuevos
         Papa. Obispos y sacerdotes.   Religiosos y religiosas
         Los seglares de todo el mundo.
         La familia con sus dones.  Los jóvenes de toda condición.
         Ministerios diversificados.

VII. Espíritu de la evangelización.

        Necesidad apremiante.   Bajo la acción del Espíritu Santo.
        Testigos auténticos de vida.  Búsqueda de la unidad y verdad.
        Animados por el amor.  Con el fervor de los santos.

 Conclusión.
       María, estrella evangelizadora. Y llenos de esperanza en Dios.